La situación actual

Son muchos los factores que han contribuido a que el consumo sostenible sea necesario aquí y ahora. La degradación medioambiental, derivada primordialmente de la población, el consumo y la tecnología, ha alcanzado una proporción tal que requiere de acción inmediata. La pobreza se extiende en muchas áreas del mundo mientras que el consumo aumenta en otro lugares, a expensas de esas otras áreas empobrecidas y, en la mayoría de las ocasiones, debido a una desproporcionada distribución de
la riqueza.

A través de la globalización de los medios de comunicación, la visión de los estilos de vida materialistas en los que están inmersos grupos sociales acaudalados, influencia de manera global las actitudes y los patrones de consumo. La paz y la seguridad son inestables porque se continúan pagando las batallas para el acceso a recursos naturales y humanos. La complejidad de la integración y la cohesión social en sociedades cada vez más multiculturales se explica por la falta de acceso de muchos a un consumo que
satisfaga sus necesidades básicas. La marginación de individuos y grupos crece. Las dificultades económicas debidas a los excesos financieros y a la dependencia aumentan. La criminalidad crece. Los
problemas físicos y mentales relacionados con decisiones individuales de estilo de vida son problemas de escala global.

Los principios

Un principio básico del consumo sostenible y responsable es la salvaguarda de valores fundamentales como la honestidad, la integridad, la compasión, la justicia, la libertad y la paz en contra de la
supremacía de la avaricia, el fraude, el exceso y la violencia.

Otro principio relevante es el uso eficiente e inteligente de los recursos de la tierra para garantizar el mantenimiento de los recursos básicos para la existencia, una más alta calidad de vida y un desarrollo
económico y social equitativo. El consumo sostenible implica repensar las definiciones de necesidad y deseo. Abarca también los principios de moderación y suficiencia como medios para frenar los desequilibrios sociales, económicos y medioambientales y para estimular el consumo responsable. El consumo sostenible se cimienta en el principio de la unidad de la humanidad y del derecho de todas las personas a tener sus necesidades básicas cubiertas. Es evidente que incorporar el concepto de consumo responsable en la vida diaria es un proceso que debe desarrollarse y modificarse a lo largo del tiempo atendiendo a los cambios que se produzcan en la sociedad.

El desafío


Los desafíos fundamentales relacionados con el consumo sostenible son:

  • Respetar la tierra y la vida en toda su diversidad
  • Cuidar de la comunidad y de la vida con comprensión y compasión
  • Adoptar patrones de consumo y de producción que salvaguarden los derechos humanos, el bienestar comunitario, la capacidad de regeneración de la tierra y que aseguren que
    todas las actividades humanas fomentan un desarrollo humano
    sostenible y equitativo.

Estos desafíos urgen a participar en el debate sobre los valores asociados a la calidad de vida, a desarrollar capacidades para el análisis crítico de la información, a controlar el impacto del ser humano en la naturaleza, a prevenir enfermedades relacionadas con determinados estilos de vida, a ejercer la responsabilidad social y a mantener un discurso público que permita garantizar la rendición de cuentas.

El proceso

La Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo declaró en 1987 que ”el desarrollo sostenible requiere cambios en valores y actitudes medioambientales y en el desarrollo, en valores
y actitudes hacia la sociedad, el trabajo en casa, en granjas y en fábricas…”

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (también conocida como la “Cumbre de la Tierra “) desarrollada en Rio de Janeiro en 1992 aprobó el programa
conocido como Agenda 21, que pedía la colaboración a escala global para promover el desarrollo sostenible de forma más equilibrada y para que los gobiernos adoptaran estrategias nacionales con el mismo fin.

La Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, celebrada en Johannesburgo en 2002, ”reafirmó el compromiso con el desarrollo sostenible y con la construcción de una sociedad global humana, equitativa, cuidadosa, conocedora de la necesidad de una existencia digna para todos” que se había delineado en la Cumbre de la Tierra. El Plan de Acción de Johannesburgo, firmado en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible (CMDS) en 2002, pide a todos los gobiernos que actúen para ”cambiar patrones de consumo y de producción insostenibles”.


Para acelerar el cambio, el Plan de Acción de Johannesburgo hizo una invitación general a la promoción del desarrollo a través de un programa marco de 10 años para el consumo y la producción sostenibles. El esfuerzo internacional para desarrollar el programa marco se denomina “El proceso de Marrakech”, dado que ésta fue la ciudad en la que se llevó a cabo la primera reunión (2003). Para contribuir al proceso, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) propuso desarrollar un sistema de coordinación por países y de grupos de trabajo que desarrollaran temáticas específicas. Italia coordina el grupo de trabajo de Educación para el consumo sostenible, cuya finalidad es contribuir, mediante la educación, al desarrollo y refuerzo de patrones de consumo y de producción sostenibles a largo y corto plazo.


El objetivo principal del Grupo de Trabajo de ECS es centrarse en el rol de los procesos de aprendizaje formales en la adquisición de conocimiento y competencias para que las personas y las comunidades sean protagonistas clave en el cambio hacia comportamientos de consumo sostenibles.

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